POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- No nos gusta su pelo.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Es muy difícil pronunciar su apellido.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Es mucho más difícil escribirlo y para una dirección de blog es complicadísimo. O sea, es anti popular.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Físicamente, Tenembaum lo tira a la mierda.

martes, 30 de junio de 2009

Te vieron juntando margaritas

en 13:18 3 comentarios
Un tema para que ahonden las chicas de los martes http://laschicasdelosmartes.blogspot.com/.
No sé cómo aún no tocaron el tema. Sí sé. Están boludeando por ahí en vez de actualizar el blog que tanto me gusta.

La noticia es un verdadero boom en los programas chimenteros junto con la pelea de Moria con Gasalla. Moria me cae tan mal como Nancy Duplá. Otra coincidencia que comparto con las chicas de los martes.

Bueno, vamos al grano. Cecilia está con Gonzalo. Él tiene unos 20 años menos que ella (algunos hablan de 27). Muy lindo pibe. Ella, una de las actrices más talentosas de nuestro país y muy bien “conservada”.

La gente que tiene programas que resumen a los que vienen antes (una estupidez total. Ya nadie se pierde nada en favor de la repetición) opinan que Cecilia es una maestra.

Gonzalo parece inteligente. Es buen actor y modelo. Abandonó a su novia de años ni bien tuvo éxito. Otro tema ya repetido en el blog de mis amigas personales. Casos como el de Nicolás Vázquez o Facundo Arana son emblemáticos.

Ahí lo tenés a Gonzalito creyendo en instituciones. Comiéndose un personaje, pero de unos 40 y pico de años que actúa en un unitario de Polka. Ya le armó un quilombo bárbaro con los vecinos, porque le estaciona el auto en la puerta del garage del edificio. Eso es imperdonable.

Mis felicitaciones a Cecilia. Aunque esta historia termine con él en otra tapa de revista besándose con la actriz protagonista de su próxima novela y ella saliendo de su casa con anteojos oscuros, jogging rosa y cara de orto (alguien lo duda? eh?).

Pero igual no veo el problema. Todos terminamos sufriendo por alguien. Y como dice Lorrie Moore en uno de sus mejores cuentos: “Tarde o temprano te va para la mierda”.


(De algunos lugares habrá que irse temprano. En otros habrá que aplastar el reloj y despertarse tarde, a eso de las 4 pm.)
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viernes, 26 de junio de 2009

morirse en los semáforos

en 1:24 4 comentarios
Siento el frio entre el algodón y la lana, justo en las costuras que no se ven. Nada parece abrigarme demasiado en estas latitudes. Entonces comienzo a correr. Lo hago desesperadamente, como si alguien estuviera persiguiéndome. Pienso que quiere alcanzarme para decirme algo que ya sé; unas cuantas cosas sobre la vida que llevo.
Podría dejar que se ponga a la altura de mis tímpanos y escuchar sus razones agitadas. Notar la dilatación de las venas en su garganta recitando a borbotones las traducciones al español de un filósofo de la India.
Eso aceleraría mi carrera. Llenaría mis pulmones de tristeza y atravesaría el parque con los puños apretados, estrellándolos con violencia en la atmósfera.
Me concentro en la sendas peatonales. En el impacto sobre las rodillas. En las chances de evitar una muerte absurda, golpeándome la cabeza sobre el cordón que me separa de los autos.
Moriría pensando en él. En cómo se ríe sin mi (esa sonrisa maravillosa que me sé de memoria). En la muerte de mi nombre de pila en su agenda, cuando apenas comenzó el otoño.
Tomo aire por la nariz y lo escupo ensayando un silbido para perros. Comprendo que debo atravesar la calle de los silos. Adivino las distancias que sobran.
Una ambulancia se detiene a unos metros.
La gente muere cerca de los semáforos. Ahí donde se distrae.
Eso lo sabe también el que quiere explicarme este mundo.
A mi no me gusta nada.
Pienso que es una verdadera mierda.
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sábado, 20 de junio de 2009

Las metáforas no sirven para nada

en 14:58 11 comentarios

Junta los restos de los azulejos. Los pone sobre la mesa. Llora de una manera extraña, como esperando que aparezca la tristeza de verdad.
La tormenta pierde de la canilla y moja el aluminio. Ella no se detiene y elige una canción que vuelve a empezar con las luces apagadas.
Canta.
Descubre arrugas en los ojos.
Cierra la ventana.
Grita en el estribillo.
Respira la humedad del sábado.
Espera calmarse, dejar de temblar.
Se olvida la letra.
Mira hacia el comedor y descubre la ausencia del mantel.
Se pierde.
Busca entre la ropa de invierno.
Pone los brazos alrededor de su vientre.
Escribe en la pared del baño: “necesito a alguien con quien hablar”.
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jueves, 4 de junio de 2009

Deberías probar con otra marca

en 13:08 11 comentarios



Él le dijo a ella que le llevó 37 años encontrarla. Lo dijo delante de nosotros y en voz alta.
Fue maravilloso.
Habían pasado algunos minutos de la 1 de la tarde y ellos nos mostraban sus omóplatos agitados, tal vez por la emoción. O quizá por el viento.
Amplificaron su juramento frente a una mujer rubia con micrófono.
El río no representaba ninguna amenaza. Lo podíamos ver desde lo alto. Mi amiga y yo no coincidimos en la apreciación del color pero sí en su movimiento.
Se pusieron anillos de plástico. El de él tenía luces.
Ella tenía hoyuelos en las mejillas, pequeñas zanjas donde se desmoronaba su forma de llorar. Parpadeó una, dos, tres veces y le dijo: “Te amo, incluso mientras duermo”.
Y entonces aplaudimos la ocurrencia.
El violinista de la izquierda no alcanzó a atrapar la partitura y debió tocar de memoria.
Hundí el taco en el pasto y pensé en el amor. En lo incómodo que es a veces. En lo mullido y blando también. En la posibilidad de que el taco se hunda y se llene de barro. En eso de perder el equilibrio.
Hablé con mi amiga sobre la posibilidad de que los músicos desafinen al sol.
Ella me contestó que le parecía que había crecido unos centímetros antes de ponerse los zapatos y que ahora podía ver las cosas de otra manera. Y entonces dijo:

-El amor al mediodía es amor de verdad.

La miré.
Abrí los ojos y la boca.
Quedé así un rato.

Como 5 minutos.

Tal vez 6.

Después le pregunté:

- Por qué dijiste semejante pelotudez?

- Qué cosa?

- Lo del amor al mediodía.

- No sé… Salió así, qué se yo. Supongo que por los anillos de plástico.

Le sonreí a la moza que me ofrecía bruschetas. Y entonces pensé en Tupperware. En un envase gigante y resistente al microondas.
Un lugar donde pueda sentirme segura por un rato. Donde haya personas predecibles y además llueva cuando lo anuncien.
Donde las agencias de lotería sean un absurdo y los resultados de todas las cosas sean los esperados.
Donde la mejor amiga de la novia atrape el ramo.
Donde la cirugía de mis tendones no se interprete como el ensayo de un suicidio.
Quiero, por un rato, polímeros en la sangre en vez de glóbulos.
Y convertirme en un superhéroe irresponsable. Capaz de romper el plástico. Hacerlo explotar a la hora del postre y ponerme el sombrero.
Desfigurarme en el baile carioca cantando el estribillo en un portugués incomprensible.
Desentenderme. Y buscar el amor entre la gente que agita sonajeros en forma de ananá.
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