POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- No nos gusta su pelo.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Es muy difícil pronunciar su apellido.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Es mucho más difícil escribirlo y para una dirección de blog es complicadísimo. O sea, es anti popular.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Físicamente, Tenembaum lo tira a la mierda.

sábado, 31 de octubre de 2009

me encantó esta película

en 13:31 0 comentarios
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viernes, 30 de octubre de 2009

al margen de todas las cosas

en 10:17 14 comentarios
Como estuve diciendo por ahí, llegó la hora del libro. En unos días voy a cumplir 35 años y me parece un tiempo prudente para hacerlo nacer.
Es muy raro lo que pasa cuando uno decide algo así, porque en mi caso se convierte en la posibilidad de despojarme de lo que más amo.
Durante mucho tiempo mi escritura tenía dos pasos: el primero escribir, el segundo gustar.
Ahora, cuando ya sé que no seré Borges, ni Bolaño, ni Sontag, ni Lispector o Lessing; ya no hay segundas partes.
Esta vez pienso mostrar a quien quiera ver, lo que no tengo. Empecé haciendo eso en este blog, pero el proyecto de un libro se me hace distinto. Tal vez por la posibilidad de que por fin se materialice en un objeto destinado a no tener dueño.

Voy a seguir colgando cosas acá, de otros, y también algunas cosas que vaya saliéndose de los márgenes del libro.
Pero de ahora en más estaré ocupada en parir entre tapas de cartón.

Cuando el libro esté listo, habrá varias sorpresas para ustedes. Principalmente para los que ingresen en este blog. Estoy decidida a que mis conocimientos en comunicación y marketing se noten en este proyecto. Como comunicadora sé que no hay métodos infalibles, pero me voy a divertir mucho difundiendo mi obra (que ya no será mia una vez que circule).


Gracias a todos los que pasan por acá. Conocí gente maravillosa a la que seguiré en sus respectivos blogs.
Gracias especialmente a Luna, Thomas, Javier y Daniel, personas que no conozco personalmente pero a los que me siento vinculada por distintas razones.
Y a los amigos. A los viejos y a los nuevos.
De los que vendrán, me ocuparé luego.

Lorena Aguado.
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lunes, 26 de octubre de 2009

eu te amo, te amo, te amo

en 11:17 0 comentarios
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jueves, 22 de octubre de 2009

las cosas que se v a n

en 11:55 8 comentarios
Es como cuando vas caminando mirando el río y avanzás nadando entre la gente que lo da por hecho. Como ese hombre, vestido con ropa de jogging, que lo supone inmutable a pesar de la música de las islas y de la tierra que vuela desquiciadamente antes de la tormenta. La memoria de lo que no desaparecerá con el tiempo lo pone de espaldas atajando el viento con la nuca y le estaciona los ojos en los edificios con expensas caras.
No creés que eso esté bien. Pero te distraés con otra cosa, un perro por ejemplo, o la parejita que se besa, o el puesto de maíces inflados.
Volvés a mirar el río y lo notás profundo. Unos 3 metros debajo de tus pies con una melodía de fondo. Podría ser esa que cantabas esta mañana, la de Aristimuño, “no sos tan gris, es que todo se volvió gris”.
Te sentís algo extraña, como si el pasto no fuera pasto y naufragás más allá, cerca de las escalinatas. Descendés dentro de vos y llegás al túnel donde las radios de los autos pierden la señal y todo es, en definitiva, un túnel con autos rodando adentro.
Sí. Un túnel con autos rodando adentro.
Y vos girás con ellos así, sobre tu mismo eje. Un esqueleto con convulsiones y cierta tranquilidad que te da estar cerca del precipicio, donde las cosas se desmoronan hacia el río: las bicicletas, los 300 escalones, los canteros, la gente con zapatillas blancas, los animales (los pájaros también), los bebés dentro de los cochecitos, las madres corriendo tras de ellos, los padres ausentes, las reposeras, los tatuajes, todos los lunares de la espalda, las mentiras y un prendedor de fantasía.
Ah! Y vos.
Arrastrada con todo eso, como en una bola de nieve pero que no es de nieve.
Muriéndote de risa, sabiendo que no sabés nadar.
Y pensando que ya no vas a volver a la ciudad, ni a tu departamento, ni a los taxis, ni a esa calle.
Ésa.
Desde donde él venia a verte.
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jueves, 15 de octubre de 2009

Arvejas Corrompidas

en 11:15 5 comentarios
Y nosotros que renegábamos de Poldy Bird
nos fuimos a vivir al país de la nostalgia.
Nosotros que nos reíamos con un indeclinable
qué me importa, que se vayan a la mierda
mientras vaciábamos los ojos a las viejas de al
lado
y nos placía tanto Artaud
y la nueva poesía
y un día descubrimos un Ginsberg hecho pelota
en tres líneas
y nos hartamos de Pink Royd, de Musk,
de Mary, de Mafalda
y el ridículo de escribir poemas en el subte
en un cuaderno re contra manoseado
que hasta el baño nos seguía
y la posibilidad de mezclarlo todo
y leerlo a los amigos que indefectiblemente
dirían
qué bárbaro, genial,
algo así como
"arvejas corrompidas por el sudor de viejos
equinoccios",
que sí sabe fascinante
y sólo arrancándonos la cáscara de los ojos
como el contact imitación madera,
la realidad aparecería tal cual es,
imitada,
como nos cagábamos de risa
con los glúteos aprisionados en jean americano y
esas cosas,
y exabruptos de funcionarios populares
y veleidades
y hay que fundar un nuevo país, otro país,
poesía a las masas,
ofrecer nuevas alternativas válidas,
destrozar viejos mitos y torinos oficiales,
editar una revista auténticamente joven,
¿quién no tiene el corazón y la bragueta abierta
a los dieciocho años?
Y nosotros
que no estuvimos en Atlanta
ni en Congreso
aquella noche
sino en un carísimo hotel
lamiéndonos el sexo
para desayunar luego tostadas con manteca
y hablar de la posición de signos
y levantar la mano, saludarte
y dejar que corran libremente las lágrimas.
La mañana de Ezeiza es fría y húmeda
y yo no me seco las mejillas
porque quiero hacer facha delante de tu
ausencia y
me dices no llores mi amor y
te digo no te hagás problemas vos y
como si Favio nos estuviera filmando y
nos hiciera señas
desde algún rinconcito.
Ahora levantate el cuello del abrigo,
andate,
andate por favor
que cortan, tirame un beso,
que cortan.

Por Horacio Sacco (Publicado en la revista Expreso Imaginario Nº 54. Enero del '81)
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viernes, 9 de octubre de 2009

Adiós, mi amor (tambien quise llamarlo "si te he visto no me acuerdo")

en 10:13 13 comentarios
Pero cuando te olvidás de eso, de cómo nos reímos en la misma parte de la película, o de cuando nos intoxicamos en otro país o leímos un párrafo de Ford en donde no nos pusimos de acuerdo.
Eso pasa, pienso yo, durante el invierno.
Pero cuando se hace de noche y vos estás cansado y te dormís sin soñar. Y cuando viene la tormenta y se corta la luz y yo tengo miedo de la inundación y de la gente sin paragüas.
Bueno, hay que enfrentarlo, me digo.
Pero esa vez que me paralicé de miedo y embalsamé cada uno de mis órganos, vos, un perito inexperto, me diste por muerta. Y entonces dejaste de quererme y no me lo dijiste. Entiendo… quién le habla a los muertos?
Pero ahí ya no pude hacer nada, te juro.
Porque cuando pude curvar mi cuerpo hacia delante, vomité todas las palabras. Y en la parte de la cocina, donde están las alacenas, olía a esa misma muerte.
Y no quise cocinar por un tiempo. Ni escuchar determinada música. Ni mirar la única foto que tenemos juntos.
Y es gracioso, pero tengo que comprar servilletas. Las usé para llorar y para escribir acerca de vos tan lejos, tan profundamente lejos, tan inmensamente lejos.
Es verdad que escribí algunas malas palabras también. Una manera de corromperte. De convertir los restos en otra cosa.
Porque sé de esto. Aunque no sirva para nada. Sé más o menos cómo es el proceso.
Un día no me voy a acordar de las cosas que me decías antes de entrar en mí, o por ahí me confundo e invierto la parte en donde me nombrabas y le pongo otras palabras, las que decías adentro.
Y un sábado, mientras me pinte los labios no voy a saber si tu boca era más grande que la mía. No lo voy a recordar bien, y voy a fruncir el ceño y voy a entretenerme con el lunar y los compromisos de esa noche.
Sé que vamos a estar bien. Hoy por ejemplo, me saqué el traje de superhéroe y pienso arriesgarme, volar un poco y hacerme mierda, eso si es necesario, por supuesto. Qué te parece?
Hoy es un jueves de luces apagadas.
La gente prende la televisión y apenas habla con sus hijos. Pienso en mudarme o irme a vivir a otro país. Pagar impuestos en otra moneda. Pero te juro que no es para escaparme. Es por el poema de Girondo y por lo te dije antes, para volar un poco y dejar de acomodar los pies entre tanto pavimento.
Y además acá es primavera y apenas puedo con ella.
Y además de eso, vos en este mundo.
Desapareciendo.


Recomiendo leerlo con esta música de fondo o de telón o de lo que sea (porque sí)

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jueves, 8 de octubre de 2009

Una historia de amor

en 12:36 2 comentarios
Le dije que hasta hoy no había podido contar una historia de amor.
Eran las 11 de la mañana y yo no quería llorar por eso. Entonces revisé mis bolsillos buscando algo; luego me puse de pié y me acerqué al precipicio de hormigón que separa la vereda de la calle y ensayé una caída.
Me puse de espaldas y señalé la tienda de ropa y dije: qué hermoso vestido.
Él me miró sonriente por lo del vestido e hizo una mueca de tristeza por lo de la historia que no podía contar. Me preguntó cómo hubiera querido que sea. Por qué no escribía sobre eso.
Saqué a relucir las vocales: “aaaaaaaaaa es que no puedo escribirlo todo”.
Él, con el sol en la cara, largó la carcajada. Y me pidió que me acercara haciendo gestos con los brazos. Me apretó las mejillas con las dos manos, como un paréntesis entre las mandíbulas y me dijo: “no dejes que te pase eso. No lo hagas de nuevo”.
Busqué en los bolsillos otra vez. Le dije que llegábamos tarde a la fiesta. Que no tenia vestido y que me iba a comprar el de la vidriera.
Tiró el cigarrillo sin mirar a los costados, como si no le importara lanzar cosas encendidas en una ciudad vacía. Desplegó los dedos hacia los míos, hizo una trenza con ellos y me llevó de la mano entre los autos. Otra vez, como si no le importara.

Me puse el vestido y salí del probador ensayando una pose de Marilyn Monroe y él volvió a reirse.

- Esperá, que te saco una foto.

Buscó su celular en la campera. Lo empuñó hacia a mi.

- Reite, boba. Sos hermosa cuando te reís.

Me rei. Lo hice con ruido. Y puse mis manos en las rodillas y estiré el cuello hacia atrás.

- Comprátelo. Dale. Llegamos tarde.

Salimos de la tienda y caminamos en dirección al sur. Al sur de las cosas que no olvidamos. Yo tenía frio mientras él dibujaba su viernes en el aire. Trazó débilmente la manera en que dejó el maletín en el suelo y se dejó caer en el sillón. Contó cómo se quedó dormido, lo arrugada que había quedado su ropa, lo cansado que se sentía. Lo estúpida que yo era. Pero qué estúpida, qué estúpida.

- No me gusta esa palabra. Podrías usar otra.

- No hay otra… lo sabés.

- Yo ya no sé. Pero no importa, lo tuyo es solamente una opinión.

Seguimos caminando. Quedamos flotando en la peatonal entre los cestos de basura, pensando en algo. Yo al menos pensaba en los zapatos que me iba a poner, en el corte de pelo nuevo, en que no había tomado sol, en lo que sucedió hace unas semanas de noche. Cuando no dije. Cuando contuve las palabras en las amígdalas, convirtiéndolas en un grito; en una onomatopeya de la superficie de mi cuerpo, pero no de lo que había dentro de él, al nivel de la sangre. Ceros positivos contaminados por la hepatitis, lo único que no podía darle. Lo demás… lo demás era para él. Pero no pude decírselo.


- Y bueno, escribí mi historia de amor si querés… Yo te amo a vos y sin embargo jamás quisiste intentarlo.

- Que no te ame no quiere decir que no lo haya intentado. Ya te lo expliqué.

- Si, ya sé.

La fiesta era en un campo en las afueras; un verde intenso y exagerado decorado con manteles blancos y copas vacías.
La novia arrastraba el vestido con elegancia y el novio daba la mano con firmeza. El mediodía acentuaba las imperfecciones de los gestos.

- Ella es mucho más alta que él, viste?
- Si, boludo. Pero si los conocés, que venís a descubrir eso ahora?
- Es que me da risa… Vení, vamos a bailar

Y entonces él me guió de la cintura hacia donde la gente se movía y me sonrió burlón. Me hizo girar debajo de su brazo y me abandonó ahí, diciendo que tenia sed. La música ya no tenía importancia para mi. Me ví encajando de nuevo en una fiesta ajena, como la pieza que falta en el rompecabezas, como ésa que se pone al final porque no se sabe bien qué hace ahí, pero que completa la escena.
Bailé hacia el otro lado del jardín y noté la felicidad atornillada en los centros de mesa, en las figuras de plástico clavadas en la torta, en las mujeres debajo del árbol que abrazaban emocionadas a la novia.
Pensé en lo estúpida que mi amigo decía que era y en esa felicidad trillada de los casamientos. Me concentré en el hombre que amaba a una mujer más alta que él y en cómo la besó recién.
Nada, nada me pareció más hermoso.
Excepto él y sus pies durmiendo en agosto, en un hotel de Montevideo.
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martes, 6 de octubre de 2009

uno dos tres probando...

en 7:40 2 comentarios
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lunes, 5 de octubre de 2009

estoy escuchando cosas como éstas

en 9:40 2 comentarios
La hija del fletero, linda infinita
Volvió a Madrid, donde parece que es feliz
Ese día me mandó al descenso
Recuerdo cómo su mirada me volteó


Pero dos que se quieren, se dicen cualquier cosa
Ay ! si pudiera recordar sin rencor.


En mi buzón hay un par de cartas suyas
Fueron juntandose y no tengo el valor...
Todavía su amor me da descargas
(nunca tuvo higo seco junto a mi)


Pero a los ciegos no les gustan los sordos
Y un corazón no se endurece por que sí


No calentás la misma cama por dos noches
Me reclamaba y no la quise oír
Hice de todo por impresionarla
Y dejé huérfano todo su penar


Pero dos que se quieren, se dicen cualquier cosa
Ay ! si pudiera recordar sin rencor.


No me gustó como nos despedimos
Daban sus labios rocío y no bebí
Sopa de almejas es todo lo que como
(siempre fui menos que mi reputación)


Pero a los ciegos no les gustan los sordos
Y un corazón no se endurece por que sí

http://www.youtube.com/watch?v=-Z_vVVAg3Pg

(Cómo mierda se pone un video acá? eh?? Dejo el enlace igual)
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