Primero sacamos la mesita de luz, después el televisor. Lo demás estaba en cajas de cartón. Una era muy pesada; entre los dos pudieron subirla a la camioneta.
Comentamos el día, el clima era muy agradable y además había salido el sol.
Entrábamos y salíamos de la casa cargando cosas, el vacío estaba en otro lado. “No hay mucho más que esto” repetía yo, como queriendo acelerar el vómito de muebles hacia la calle.
Ellos preguntaron si no me olvidaba de algo. “De muchas cosas no me olvido”, les dije.
Y entonces nos miramos dividiendo las sonrisas. No eran más que muecas fraccionadas, gestos que se quedan en la mitad porque más de ahí no se puede, no nos daban ganas de estirarlos.
Mis cosas empezaron a moverse entre los autos, atravesaban el centro de la ciudad lentamente, temblando en la intemperie. Tenían un destino específico; junto a mí, pero en otro lado, más cerca de las antenas de telefonía celular, a la vuelta de un supermercado con buenas ofertas.
Yo estaba preocupada. No sabía si entrarían en el ascensor. Tampoco sabía si iba a acostumbrarme a tenerlos en otro espacio.
Había que acomodar todo de nuevo, buscar el rincón, precisar el lugar donde dejaría olvidadas las cosas; encontrarle, una vez más, utilidad a los almohadones.
Cuando llegamos, parecía otro país: otra gente, otras coordenadas, otro paisaje desde la ventana.
Notamos que las paredes estaban recién pintadas. El sol delataba cualquier imperfección, incluso la nuestra.
Los tres pisábamos una superficie menor, un parquet limitado y sin encerar. Dibujamos involuntariamente un triángulo escaleno. Yo, que odiaba la geometría, encarnaba uno de los vértices.
Nos quedamos largo rato así, detenidos en algo parecido al dolor en tres dimensiones.
Se hicieron las 12 del mediodía y el sol me pegó en la cara. Fue la excusa perfecta para hablar otra vez del clima y de lo linda que seguramente se vería la ciudad desde otra altura.
Entonces subimos a la terraza, riéndonos.
Comentamos el día, el clima era muy agradable y además había salido el sol.
Entrábamos y salíamos de la casa cargando cosas, el vacío estaba en otro lado. “No hay mucho más que esto” repetía yo, como queriendo acelerar el vómito de muebles hacia la calle.
Ellos preguntaron si no me olvidaba de algo. “De muchas cosas no me olvido”, les dije.
Y entonces nos miramos dividiendo las sonrisas. No eran más que muecas fraccionadas, gestos que se quedan en la mitad porque más de ahí no se puede, no nos daban ganas de estirarlos.
Mis cosas empezaron a moverse entre los autos, atravesaban el centro de la ciudad lentamente, temblando en la intemperie. Tenían un destino específico; junto a mí, pero en otro lado, más cerca de las antenas de telefonía celular, a la vuelta de un supermercado con buenas ofertas.
Yo estaba preocupada. No sabía si entrarían en el ascensor. Tampoco sabía si iba a acostumbrarme a tenerlos en otro espacio.
Había que acomodar todo de nuevo, buscar el rincón, precisar el lugar donde dejaría olvidadas las cosas; encontrarle, una vez más, utilidad a los almohadones.
Cuando llegamos, parecía otro país: otra gente, otras coordenadas, otro paisaje desde la ventana.
Notamos que las paredes estaban recién pintadas. El sol delataba cualquier imperfección, incluso la nuestra.
Los tres pisábamos una superficie menor, un parquet limitado y sin encerar. Dibujamos involuntariamente un triángulo escaleno. Yo, que odiaba la geometría, encarnaba uno de los vértices.
Nos quedamos largo rato así, detenidos en algo parecido al dolor en tres dimensiones.
Se hicieron las 12 del mediodía y el sol me pegó en la cara. Fue la excusa perfecta para hablar otra vez del clima y de lo linda que seguramente se vería la ciudad desde otra altura.
Entonces subimos a la terraza, riéndonos.
10 comentarios
El blog es mío...el blog es mío...el blog es mío...que nadie me toque mi blog...salgan todos de mi blog...incoherentes, farsantes, petiteros, remiseros, boleteros, salgan...el blog es mío...yo inventé todos los blogs...no seas masita Albertina...el blog es mío Albertina. El blog es mío.... SALID incoherentes que mis fans están ardientes. Monotributo, el justiciero de la web mundial y el justicialista de las webs peronistas
Hermosa pintura de ese momento tan difícil y único...de esos primeros pasos en la "nueva vida". Besotes!
Marcelo
Perder, encontrar, arreglar, romper,hacer nuevas coordenadas, nuevos colectivos, vecinos, rotiserias y supers, nuevos habitats, ambientes.
Buen txt., siga así niña Albertina
Hola Albertina. ¡Que bueno verte acá por el sexto continente!...aunque la verdad, te envidio la mudanza. Tan prolija, sin nada que se rompió, con el sol del mediodía...Nada que ver con la mía, que todavía no terminó.
En fin, por ahora te dejo dos besiños. Una por mejiciña.
Carlos
Gracias marcelo y Roberto Bolaño (me alegra saber que en el cielo hay acceso a internet).
Gracias Carlos. La mudanza no fue prolija, fue con sol. La desprolijidad y los daños ocasionados por la mudanza no estaban en los muebles. Contame luego como va la tuya.
http://aguafuertesrosarinas.blogspot.com/
Carlos
a mi me gusto el apartado para los mails.. ja.
te banco a muerte eh!
jajajaj Nacho! Reparaste en ese detalle!!! Gracias por bancarme!
Querida Albertina: el texto es excelente,como siempre, pero la mejor opción es la mudanza laboral que hiciste a un barrio de verdaderos galanes y no dientudos que se muerden el labio inferior para depistar como el Tenembaum ese.Botnio Metrosexual(o vientresexual)etc,etc. y siguen los ect.
Usted es inalcanzable para mi, pero de a poco me voy acercando, ya estoy en su barrio. FELIZMENTE!!!
UN BESO.
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