Y entonces llueve. Y cuando llueve me gusta ir a un bar de grandes ventanales y que la moza llegue rápido y sea simpática y me recomiende el capuchino de la casa.
Y cuando le pida el capuchino, ella sonría de una manera rara, como si antes de entrar al trabajo hubiera dejado atrás sus problemas y de pronto ya no pudiera hacerlo. Y me los muestre uno por uno, con las contracciones naturales del dolor puesto en los ojos. Que los aplaste, como una oriental. Como cuando alguien, en medio de la guerra, se cubre la vista y espera la explosión de todas las cosas.
Y pierde el conocimiento.
- Capuchino entonces?
- Sí, capuchino.
Esta historia continúa en este post
Y cuando le pida el capuchino, ella sonría de una manera rara, como si antes de entrar al trabajo hubiera dejado atrás sus problemas y de pronto ya no pudiera hacerlo. Y me los muestre uno por uno, con las contracciones naturales del dolor puesto en los ojos. Que los aplaste, como una oriental. Como cuando alguien, en medio de la guerra, se cubre la vista y espera la explosión de todas las cosas.
Y pierde el conocimiento.
- Capuchino entonces?
- Sí, capuchino.
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