Tengo tanto miedo con él.
Me concentro en la pantalla azul. Un primer plano sobre las aspas de un helicóptero me echa viento en los párpados. La actriz quiere arreglar su cabello, despejarlo de la cara y permanecer hermosa.
No. Ese plano americano no es el adecuado.
Me resigno en el sillón.
Buscando al héroe que me salve de él, abro la puerta.
Pienso que es necesario. Acepto la falsedad de los argumentos.
Dejo que las cosas se mueran así: con mi cuerpo descomponiéndose debajo de otro.
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