POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- No nos gusta su pelo.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Es muy difícil pronunciar su apellido.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Es mucho más difícil escribirlo y para una dirección de blog es complicadísimo. O sea, es anti popular.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Físicamente, Tenembaum lo tira a la mierda.

sábado, 11 de abril de 2009

Corín Tellado: que te pasó? (*)

en 19:01 7 comentarios
La noticia de que Corín Tellado murió hizo que yo volviera sobre el asunto. Soy parte de una generación arruinada por ella y su imaginación.
En un diario español dicen que es la autora más leída luego de Cervantes y que escribió cuatro mil novelas rosadas. Cuatro mil… increíble.
Recuerdo las tardes de lectura sobre la alfombra. Apoyaba mi espalda de 14 años de antigüedad sobre uno de los bordes de la cama mientras sostenía el libro esperando llegar a la parte en donde ella, la protagonista, se acostaba con él.
Una se encontraba con una extensa descripción de cómo era tener sexo con un hombre que no fuera tu marido. Y era maravilloso.
En esa época, Grecia Colmenares era ciega y daba muy pocos besos. Las películas que pasaban en los canales oficiales mostraban a la mujer con los hombros descubiertos y el pelo revuelto. Entonces Corín era para mi la puerta al sexo, a eso que ocurría debajo de las sábanas y sin corpiño. Hablaba de movimientos, de cuerpos entrando en coordinación y de explosiones.
Yo disparaba mi imaginación sobre mi esqueleto. Pensaba que no podía doler tanto algo así, que no tenía por qué tener miedo y deseaba que finalmente sucediera con alguien que tuviera el pelo oscuro y que sepa tocar la guitarra. Él metería su lengua en mi boca y entonces haría lo que sabe hacer.
Por supuesto, nada de eso me sucedió.
Entonces odié a Corín.
Ella nos aseguraba que los hombres querrían casarse luego de tenernos en la cama. Que una se enamoraría sin problemas y que la cosa no podía pasar por otro lado que no sea por un final feliz.
Ahora me entero que ella no se casó con el hombre que amaba. Y que su visión de las cosas era, al menos, irónica. Ella dijo una vez que “las mujeres paren y los hombres mean contra la pared, eso es todo. Yo hago hombres estupendos, sensibles".
¿Que te pasó Corín?
Acaso no mediste las consecuencias?
Cómo es posible que no hayas querido hablar de otra cosa?
Que no tengas otro color en tus libros?
¿Por qué no hablaste de eso? De hombres meando, de mujeres pariendo, de amores que no se concretan, de mujeres paranoicas, de hombres histéricos, de personas que no entran en coordinación en la cama y que además huelen mal?
Por eso Corín, porque preferiste obviar esas cosas, es que te hago culpable de mis fantasías abandonadas.
De la decepción que sentí cuando el no me llamó después de acostarnos varias veces.
De mi insistencia en imaginar diálogos en español antiguo.
De las tardes en las que lloré, recordando que en tu libro los tipos se daban cuenta y volvían.
Tuviste cuatro mil oportunidades para decirme algo diferente.
Cuatro mil, Corín.
Y no lo hiciste.






(*) Los diarios del mundo la tienen en sus principales titulares. Hoy, a los 81 años, murió Corín Tellado.
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martes, 7 de abril de 2009

ya deberías haberlo aceptado

en 0:44 2 comentarios
Ella irá hasta el pueblo donde nació. El cuerpo helado de alguien que jugó con ella y su hermana ya no la espera. Antes, ese cuerpo se acordaba de su cumpleaños y una vez le regaló un par de medias envueltas en papel de diario.
Tiene el pelo oscuro y me habla serenamente de las cosas que debo pagar. Me indica la dirección del banco y abre sus ojos para acentuar las palabras, me dice que todo estará bien si no puedo ir. Que ella se ocupará la semana entrante.
Veo los surcos que le dejaron las lágrimas en el cuello y le digo que iré mañana temprano. Que no tengo problema. Intento ponerme en el lugar de ella, pero no puedo. Apenas me paro en su sombra y hago el equilibrio necesario para mantenerme unos segundos.
Cuenta los kilómetros desplazando el flequillo hacia la derecha y me dice que llegará a la madrugada. Que lleva abrigo y agua caliente. Que la ruta es oscura. Que las luces, que los neumáticos, que el freno, que los cambios… todo eso está en perfecto estado.
Pero que lo demás: la casa donde iban a visitarla, el patio, la ropa recién colgada, la abuela que no entiende, las deudas en el almacén, el perro que no come, el anillo… todo ello es doloroso. Que lo siente sobre los músculos.
Me dice que hay luna llena. Que el mundo funciona así, de la misma manera siempre; que no importa si alguien se muere. Pero que ella lo nota ahora, cuando las cosas pasan lento y por fuera.
Yo cierro los ojos y presiono sobre el pulgar la llave que antes abrió la puerta.
Le digo que tenga buen viaje. Que me llame.
Ella mueve la cabeza asintiendo. Adivina que lo de la llamada es un reflejo de lo que no sé decir. Que pido que me llame para no hablar de las muertes prematuras, ni de aquellas que uno espera.
Me abraza y me pide que me cuide. Del otoño, tal vez.
O del tráfico.
O de los cortes de luz.
O de los golpes de suerte.
O de esta noche que se vacía dentro de mi y me deshidrata hasta el insomnio mientras programo el reloj despertador.
Puedo anticipar lo que sucederá mañana: ella estará en el cementerio a la hora en que yo pague las expensas.
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