miércoles, 14 de julio de 2010

lo hizo de nuevo

en 19:01
Le digo: bien, bien, podrías vivir conmigo ahora.
Pero él no entiende. Él cree que le digo que puede vivir conmigo. En mi casa.
Y no.
No le digo eso.
Le digo: deberías estar acá. Conmigo.
Pero él… No.
Él explica con barba de días que está conmigo ahora, escuchándome.
Entonces me callo. Lo miro como queriendo que se muera. Y que viva de nuevo. Que abra los ojos y me encuentre olvidada junto a las revistas de colección y algunas fotos. Y que se pregunte alguna de las cosas que siempre evita.
Que pregunte, por ejemplo: cuánto tiempo pasó desde diciembre?
Pero no.
Entonces vamos a la cama. Y nos tocamos como animales. Y nos besamos como abejas. Ponemos las piernas adyacentes. Y nos mordemos como… como… No lo sé. De verdad no lo sé.
Y nos quedamos dormidos como vegetales.
Y cuando él despierta dice cosas. Las mismas que uno dice en el parque o en un ascensor.
Yo no digo. Lo que quiero decir puede estallarle en los ojos y hacerlo llorar.
Prefiero dormir.
Pero él, maravilloso, estúpido, despierto; lo hace de nuevo:
asesina,
sí.
Asesina
torpemente
mis sueños.

3 comentarios

Anónimo dijo...

tremenda poesía la tuya.
que no te digan que es triste.

saludos.
Martín

Javier on 29 de julio de 2010, 16:48 dijo...

Que te asesinen los sueños, pero que no te toquen las palabras. Ese sería un crimen imperdonable.

Besos.

Albertina on 12 de agosto de 2010, 1:38 dijo...

EY.
Eso no va a pasar.
Gracias javier.
De verdad, es un honor para mi que pases por acá.
Beso con abrazo.

 

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