lunes, 15 de diciembre de 2008

ANTES DE QUE VENGA EL SEÑOR STREET

en 12:48
Titular 1: Invierta en dólares. No sabremos si es culpa de la navidad o del año nuevo. O si es diciembre. Todos recordamos el helicóptero en estas épocas. Las corridas a los supermercados, los changuitos saliéndose de los estacionamientos, tomando la calle, haciendo temblar alimentos no perecederos en su interior.
Yo lo vi por la tele, paralizada. Poniendo las manos en la cabeza y parafraseando a alguien que dice “dios mio” cuando no puede comprender lo que ve, cuando las imágenes parecen de ciencia ficción y no asoman los títulos finales.
Hay en nuestra historia ciertos lugares comunes a los que no queremos volver. Pero que siempre están cerca, acechando de frente. Los vemos venir.
Uno entiende poco, lee los diarios, mira los noticieros, escucha a economistas, lee a los mismos economistas, habla con los vecinos que vieron en la tele a otros economistas. Parlotean sobre crisis e impactos, y predicen que se va a poner peor. Y entonces no armamos el arbolito todavía. Porque no tenemos ganas, qué vamos a festejar? El turrón está 15% más caro. El pan dulce viene con menos frutas, lo que complica a los cirujanos de las fiestas que extirpan una por una para comerse el resto. Compramos dólares por las dudas y estamos atentos.

Titular 2: ¿Eres adicta a los hombres? El me escribe un mail. Me habla de lo que hizo el fin de semana. Me pregunta cómo estoy, que le cuente. Yo podría enamorarme de él, lo sé. Pero él insiste con los mails y los impregna de cosas cotidianas despojadas de deseo, como la película que vio o con quien va a pasar la navidad. Yo supongo que está con alguien, o que no le intereso demasiado, o que le resulto sólo simpática y que no alcanza…
No entiendo por qué es tan difícil encontrarse en estos tiempos. Él aparece y desaparece en una especie de truco que lo lleva a 16 cuadras de donde yo trabajo. Nos separa la Bolsa de Comercio, el microcentro, las vidrieras de mujeres calvas y de los zapatos en eterna liquidación.
No hay nada entre nosotros, excepto eso.
Le contesto el mail aceptando las reglas de juego de una amistad que no sirve para nada.

Titular 3: Para Wall Street, el país será el más golpeado en la región. Atún desmenuzado o en trozos. Hay algo ahí. Cada sábado cuando me enfrento a los estantes de las conservas, tomo una lata, la acaricio, leo los ingredientes, trato de descifrarlos, pero sigo sospechando que el desmenuzado tiene cualquier cosa: una síntesis de deshechos de pescados desconocidos con una pizca de sardina y un poco de atún. El peso escurrido es una muestra amable de lo sinceras que pueden ser las industrias.
Entre Wall Street y el Merval, uno empieza a dudar de qué lata elegir. La sensación del desastre viene con la caída de aproximadamente 8 puntos (¿?). Nosotros, lo que no somos economistas expertos y charlatanes, creemos que eso es terrible. Que Wall Street es el nombre y apellido de un señor que nos va a quitar las ilusiones. Se trata de un tipo vestido con frac y galera. De rigurosos negro y bastón dorado. Nos va a tocar el timbre, nos hablará en inglés y nos apuntará con el bastón diciendo “you are dead, latin american citizen”. Nosotros no diremos nada, porque no hablamos en ingles. No nos interesa.
Elijo la lata de atún en trozos. Esta vez, una tercera marca. Pienso que es más o menos lo mismo.


Titular 4: ¿Cuán Geisha debiéramos ser? El contesta mi mail otra vez, preguntando cosas sobre las que escribí. Decido no responderle por ahora. Asumo una postura erguida ante la situación y demoro el momento, no quiero que me encuentre en el mismo lugar, idéntica. Los tipos en estos tiempos no hablan claro. A mi ya no me gusta dar tantas vueltas. Quisiera decirle que me gusta, que seguramente ya lo sabe pero que no entiendo a qué estamos jugando. Que es un idiota. Y yo más idiota que él prestándome a toda esta confusión ¿A qué le tenemos miedo? ¿A ir juntos al cine y que no nos gusten las mismas películas? ¿A que uno de los dos se enamore y que el otro no? Eso no tendría que ser el motivo de nuestra hemiplejía. Descanso los dedos en el teclado. Doy vueltas alrededor del escritorio para encontrar en los cables del CPU, el detrás de esta escena patética.
Me pregunto si él está jugando conmigo y yo dramatizando demasiado.
En voz alta cuestiono otra vez: ¿Por qué es tan difícil encontrarnos? ¿Necesitamos garantías también en las relaciones? ¿No podemos actuar sin evaluar las probabilidades? ¿Acaso no aprendemos de estas caídas? ¿De estas crisis que intentamos resistir viéndolas por televisión?
Finalmente sucede. El resultado es no darse cuenta del recorrido en vertical. Estamos cayendo y nos olvidamos de lo importante. Empezamos a dibujar números, a creer en ellos tanto como en Dios, a tomar decisiones sobre nosotros y los otros, según nos den las cuentas.
Le contesto el mail al otro día. En el mismo idioma. Diciéndole nada.


Titular 5: la crisis se profundizará en el 2009. Encuentro un poema de Charles Bukowsky que termina así: “esos hombres / fueron niños / una vez / ¿qué les pasó? / ¿y qué me pasó / a mí? / está oscuro / y frío / por acá”
Me quedo suspendida entre los titulares de los diarios y el poema. Hay un mundo que pesa demasiado y nadie sabe muy bien qué hacer con él. La gente comienza a creer que es mentira eso del año nuevo. Otra vez los números. Un 9 al final de la cifra y brindamos porque las cosas vayan mejor aunque sospechamos que no.
Pero parece que nadie está dispuesto a perder las esperanzas. La oscuridad arriba amenaza los patios con árboles y a los budines en la mesa. Ahí, cuando alguien vuelve a partir las nueces, aparece la melancolía que lo envuelve todo, hasta el azúcar del praliné. Pero llegan las doce y el cielo se enciende.
La oscuridad no dura para siempre.

Titular 6: Cuando ellos se van sin aviso. Él ya no contesta. Me posterga o simplemente desaparece otra vez. Entre la derrota y desilusión largo un insulto al proveedor del Internet. ¿Y si me contestó pero no me llegó? Llamo a la compañía, me atiende una operadora, le digo que estaba esperando un mail y que no me llegó. Que por qué no revisan bien cómo anda la conexión.
La chica me dice que está todo perfecto. Yo insisto. Le digo que hace varios días que tendría que haber llegado el mail. Le cuento brevemente la historia. Ella me dice que tiene una amiga que piensa que todo es culpa del servidor de hosting, pero que el tipo en realidad no le da bola. Le grito: ¿Y vos qué mierda sabés como venía la cosa?
Pienso que es una desubicada. Le corto y decido dar de baja el servicio.



Titular 7: La crisis no es sólo económica. Adoramos gurúes económicos que anuncian debacles financieras. Nos distraen con recetas parecidas a la de las revistas femeninas sobre cómo conquistar hombres. Nos dicen que tenemos que pagar por el cajón para que nos entierren. Nos dan cientos de argumentos para la infelicidad y yo termino dándole crédito a varios.
Que él no se interese por mí no ayuda a la situación. El test decía que éramos compatibles. El idiota se va a morir sin saberlo.
Antes que el señor Street toque a mi puerta, voy a ir al supermercado. Voy a manosear todas las latas. Voy a leer con atención la letra chica. Voy a fijarme si el código de la oferta coincide con el del envase. Voy a investigar si los supermercados suben los precios los sábados y domingos cuando hay 10% de descuento. Y después de eso, me voy a dar otra chance.
Tal vez sea hora de comprar la lata de atún desmenuzado. El amor puede estar en un envase corrompido. En la posibilidad de encontrarse con lo inesperado, entre los deshechos propios y ajenos, entre las expectativas desmedidas y el pesimismo que nos contiene. Aunque haya gente que nos diga que sabe como es la cosa, no nos olvidemos del amor.

2 comentarios

La Luna on 23 de diciembre de 2008, 14:02 dijo...

Me gusta mucho mucho muchisimo cómo escribís.
De todo esto sería muy dificil decir algo (lo lei 2 veces).
Quizás lo mejor que podemos hacer con los guruses es deconfiar y si todo se va al deminio, al menos que la sensación sea propia.
La próxima vez que vaya al super voy a buscar el peso escurrido de cada cosa (?).

Saludos.

Albertina on 23 de diciembre de 2008, 14:42 dijo...

No lo busques en las gaseosas...
Gracias por tu comentario y tenés razón acerca de tener nuestras propias sensaciones de las cosas que pasan. Gracias por pasar y deternerte. Devolveré la visita en breve.

 

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