jueves, 24 de diciembre de 2009

24 + 00:00 = 25

en 15:21
Luciana ensaya teorías de la relatividad. Luego se pasa al pensamiento mágico y mira para arriba. Pone los ojos en el cielorraso y desea que no exista el 25. Quiere saltearse el viernes como sea.
Andrea no va a viajar este año a ver a su madre. Se enamoró y entonces va a brindar con el tipo que hace meses la hace feliz.
Milena piensa que el 2010 será maravilloso, que ella está terminando bien el año.
Marisa y Cecilia están como yo: poniendo excusas y diciendo mucho la palabra “cansancio”.
La oficina tiene ángeles por todos lados. Algunos cuelgan de las luces. Otros están sobre las ventanas, pegados curiosamente, como si fueran milagros adheridos a los vidrios. A mi me recuerdan a los bichos esos de la ruta, a los que me acostumbré ver estallarles el cuerpo. Después de eso puedo ver el limpiaparabrisas que despeja los restos con un chorrito de agua. Y un comentario sobre la ruta. Y el viaje con un destino cierto y breve.
Pero hoy nadie cuida de nosotros. Nadie.
Ni esos ángeles, ni la policía.
Y yo siento la tristeza aplastada en los párpados. Un ladrillo hueco que presiona ahí y los vence. Y digo otra vez, que estoy cansada. Y escucho una canción navideña como música de espera en la primera llamada del día. Y las cosas comienzan a empeorar.
Las guirnaldas en los escritorios se me hacen un adorno perverso, una invitación a travestirme, a pensar el suicidio de manera alegre, como una salida festiva a los fracasos, a esa sensación de no haber hecho lo posible por reirme o por dejar que las cosas se mueran a tiempo. O un orgasmo. Uno más en mi cuerpo. Dejarlo escapar con él.
Pero en los mediodías las charlas son sobre el menú y sobre los festejos que se vienen. Sobre la posible muerte del cantante de más de 60 años. Un tipo con miles de fans y con un pulmón ajeno. Yo quiero que se muera y lo digo. Quiero que se muera hoy, en las vísperas. Y entonces lloraría frente al televisor todo lo que quiero llorar. Y nombraría al cantante, cada 5 minutos. Sí, lo nombraría.
Pero alguien me llama y me dice que quiere verme.
Habla de mí como si me conociera. Además, habla conmigo como si me conociera. Me pregunta si uso anteojos oscuros. Le digo que no. Me pide que no use, no de noche al menos. Y también dice que me quiere. Y que además caminaría conmigo por la ciudad y vería vidrieras si fuera necesario. Y tomaría un helado conmigo, de esos que no tienen conservantes ni colorantes, ni químicos. “Todo eso tiene un helado?” le pregunto. Me dice que si. Pero éstos no. Los otros.
Y también me dice que sabe de mi viaje. Que es una buena decisión. Que soy hermosa. Que ojalá me enamore.
Que me enamore y me abandone al mar.
Que las cosas son así, idénticas a veces.
Y otras veces no son.
Que las acepte.
Que va a llover.
Que feliz navidad.

10 comentarios

Patricio Valverde on 24 de diciembre de 2009, 15:35 dijo...

Genial Lore! No sé como cuernos lo logras, pero yo adivino un poema, en prosa y prescindiendo de cualquier prosa poética! Y sí, amiga fecebokiana: felices fiestas!

Marce on 24 de diciembre de 2009, 17:35 dijo...

LORE... sin conservantes como el lado ése del tipo que le "miente" a la narradora-protagonista, porque todo tiene conservantes, incluso el relato, pero naturales, mínimos, verdaderos (literariamente hablando).

¡Pobre Sandro!, la que debe estar pasando en el pesebre... Doblemente compasivo el deseo en el relato, por el artista y por la mina que quiere llorar-lo...

Besosos navideños... MARCE

Albertina on 24 de diciembre de 2009, 17:44 dijo...

Patricio: qué te voy a decir. Felices fiestas. Para lo demás no tengo las palabras que quisiera decir (ni mastercad me ayuda) Felices fiestas duales para vos!

Marce: Los conservantes, en pequeñas dosis deben servir para algo.
Qué lindo que pasaste.
besos (sin guirnaldas).

p.d. que se muera S. Crónica me tiene podrida.

David on 26 de diciembre de 2009, 1:21 dijo...

Helados sin conservantes? naah, quién te dijo eso... te miente, seguro.

Yo me negaba a los lentes oscuros, pero una vez los probé y me cambiaron la vida. Ahora veo todo otra manera (veo más oscuro).

Me gustó el título del post.

Saludos!

Graciela dijo...

Yo me compré anteojos oscuros el mismísimo 24. Por si podía ponérmelos y que la oscuridad mía se traslade a los otros, para que no pudieran verme. Anteojos como invisibilizante...

Albertina on 26 de diciembre de 2009, 18:12 dijo...

David, cuando vengas te llevo a esa heladeria. Y ahí vemos. A Luna le gustan.

Graciela,una vez me dijeron: "vos sos como esos nenes que creen que porque se tapan la cara no los ven".
Los anteojos solamente sirven para hacer facha. Yo sé por qué te lo digo. ja! besos.

Flavio dijo...

Esta piba del relato cada vez me gusta más...

La Luna on 27 de diciembre de 2009, 4:38 dijo...

Habla de mí como si me conociera. Además, habla conmigo como si me conociera.
Un atrevimiento!
Ahora dejá que te conozca ¬¬

Adhiero a lo dicho por ahí: muy bueno el título. Los párrafos subtitulariegos, hermosos.

Beso enorme, más grande que una torre de oficinas. Te deseo fiestas, felices, está trillado =P

pd. palabra de verificación 'sheoush' o sea, she (ella) oush (que es como ouch, pero cuando ya estás moooy borracha). No sé, pensalo.

Ramiro dijo...

Me encantó Lorena, un gusto visitarlo a Tenembaun y encontrar estos txts.

Albertina on 27 de diciembre de 2009, 14:08 dijo...

Flavio: A mi tambien me gusta esta piba. Cada vez mas. Tiene sus problemitas pero...

Luna: "ella + ouch" podria ser también una versión femenina de Homero Simpson (lo pensé, por eso te lo digo).

Ramiro: Si vos decís eso, la verdad la verdad... un honor che.

Besos a los tres.

 

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