POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- No nos gusta su pelo.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Es muy difícil pronunciar su apellido.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Es mucho más difícil escribirlo y para una dirección de blog es complicadísimo. O sea, es anti popular.

POR QUÉ NO ZLOTOGWIAZDA?

- Físicamente, Tenembaum lo tira a la mierda.

domingo, 29 de noviembre de 2009

aristimuño aristimuño aristimuño

en 10:58 4 comentarios
Aristimuño es mejor en vivo. Y eso, a veces, pasa con las personas (afortunadamente).
Ayer fui al show y me llené de música. Había leído y escuchado críticas de su nuevo disco. Decían que no era el mejor. Pero eso ya no importa después de lo que vi.

Párrafo aparte para la gente que lo acompaña... la chelista tenia una flor en la cabeza y canta como los dioses. Rocío, la percusionista, canta y baila. El pianista, el baterista, el guitarrista... tremendos.

La cosa es que me encontré con una canción que no habia escuchado.
Pensé: éste tipo escribió una canción para mí y no lo sabe.

La encontré en el youtube, la comparto con ustedes.
Cierren los ojos...


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jueves, 26 de noviembre de 2009

los restos de la misma guerra

en 0:54 4 comentarios



- Necesita algo más?
- No. Así está bien, gracias.

Pero no está bien. Casi nada está bien. Y estoy algo cansada de ponerme en punta de pies y balancearme entre el abismo y los jardines. Un péndulo de carne y hueso, dramático y lloroso, que cuelga junto a la ropa de entrecasa de una familia numerosa; a lado de las medias con puntillas de Ema, la más chiquita.
Y entonces la lluvia se empecina sobre la ciudad. Se arroja de manera suicida desde las terrazas y cae directamente en los tachos de basura. Lo que sobra queda en la ropa de la gente.
El capuchino me moja la nariz y me nubla la vista. Y tiemblo dentro de mí. Como si alguien me hubiera golpeado con esos palillos de metal y me llegara la vibración a las cuerdas vocales. Y canto bajito con la voz aguda. Y tomo el sobre del edulcorante y lo enrollo. Y paso la mano por mi pelo. Y me muerdo los labios. Y lloro tanto… Tanto que la moza me abraza y me dice que ella también lloró antes de venir.
Y mira alrededor y me dice que no me preocupe por los demás clientes. Que son inofensivos. Que ellos van a hablar de mi, de la mujer que lloró en el bar, al lado del ventanal. Pero que no podrán saber por qué, entonces van a decir: “estaba llorando… lloraba mucho...”
Y yo siento las mariposas muertas en mi estómago. Quiero vomitarlas y ver cómo eran en primavera. Pero la moza me dice si quiero agua. Y entonces vuelvo a mirar la lluvia. Hay demasiada afuera, le digo.
Ella sonríe y se va.
Nada de esto está bien, pienso. Tomo el teléfono y marco su número.

- Hola
- Hola, soy yo
- Hola
- Decidí viajar al final. Ahora está lloviendo mucho acá. Allá está lloviendo también?
- Si, bastante
- Estoy en un bar ahora
- Ah…
- Queria decirte…
- Ana…
- No, no… quería decirte
- Qué?
- Que hice 140 kilómetros hacia Buenos Aires
- …
- Y todavía te quiero.

to be continued...

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martes, 24 de noviembre de 2009

viene al caso

en 11:09 6 comentarios
Luna rescató la imagen de la muerte que está en el último párrafo del post que escribí sobre la guerra y las batallas perdidas.
Entonces recordé este video que relata a "le petite mort", la pequeña muerte.
Increíble lo que se puede hacer con las palabras y cómo se puede jugar gráficamente para decir algo acerca de lo que no puede nombrarse.
Para mi es un video impecable, lástima la voz en off (resulta molesta en algunos pasajes)

Vale la pena verlo:

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domingo, 22 de noviembre de 2009

la guerra: la versión de las batallas perdidas

en 14:54 4 comentarios


- Capuchino entonces?

- Sí, capuchino.

Miro hacia la calle y recuerdo lo que me contaron la noche anterior sobre una mujer de 33 años que había enfermado de cáncer. Hubo que abrirla y extirparla. Imaginé una mujer sin útero en la ciudad de las avenidas diagonales, negándose a entrar a las farmacias y subirse a las balanzas. Cuanto pesa una mujer sin útero?
Un año más tarde le detectaron un nuevo tumor. Su aspecto había desmejorado notablemente en agosto. Decidió mudarse cuando ya no pudo subir las escaleras. Ella hablaba del dolor señalando el abdomen en cada escalón. Y decía que no le importaba quedarse a dormir en el palier del segundo piso.
Ya en primavera, le aplicaban morfina en la habitación Nº 36. Por las noches la acompañaba una amiga que le leía algunos diálogos de novelas de Marguerite Duras o diarios de Anaïs Nin.
El cuerpo de la enferma se retorcía cuando los efectos de los calmantes la abandonaban como a una esposa con aros grandes. Generalmente de madrugada.
La moza me trae el capuchino y me ofrece edulcorante y azúcar sin obligarme a decidirme por uno o por otro. Lo agradezco.
El hospital, me dijo la mujer que me lo contó, el hospital estaba cerca de un parque de diversiones y tenía una gran playa de estacionamiento.
Era sabido que muchos la usaban para matar dos pájaros de un tiro: ir a visitar a un pariente y subirse a la montaña rusa.
Finalmente, en noviembre, la amiga de la mujer enferma sintió el olor de todo lo que ella tenía envenenado. Luego dijo que la muerte le llevó las pupilas hacia atrás y que la hizo suspirar. Que eso lo había visto antes en ella, cuando se había enamorado.

- Necesita algo más?
- No. Así está bien, gracias.

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sábado, 21 de noviembre de 2009

Más de la guerra, luego de rendirse.

en 23:07 0 comentarios
Y entonces llueve. Y cuando llueve me gusta ir a un bar de grandes ventanales y que la moza llegue rápido y sea simpática y me recomiende el capuchino de la casa.
Y cuando le pida el capuchino, ella sonría de una manera rara, como si antes de entrar al trabajo hubiera dejado atrás sus problemas y de pronto ya no pudiera hacerlo. Y me los muestre uno por uno, con las contracciones naturales del dolor puesto en los ojos. Que los aplaste, como una oriental. Como cuando alguien, en medio de la guerra, se cubre la vista y espera la explosión de todas las cosas.
Y pierde el conocimiento.

- Capuchino entonces?
- Sí, capuchino.


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viernes, 20 de noviembre de 2009

cómo limpiar tu casa en medio de la guerra

en 17:52 5 comentarios


Esta mañana discutí con mi analista. Que el deseo me apremia y que el diván ya es incómodo. Que la vida, que los restos. Que rota así, como recién caída, el mundo tiene otra perspectiva. Que las ruinas vienen después de las guerras.
Y que me voy a comprar un trapo de piso blanco.
Para limpiar mi casa.
Para rendirme.
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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Treinta y cinco

en 11:16 13 comentarios

- A la noche recibí el mensaje de mi amiga, la que manda el mensaje de feliz cumple a las 00:01 am. Después me pregunta adelante de todos ¿quién te saludó primero hoy?

- La misma amiga me escribe un mensaje en el facebook.

- Saludan mi prima, mi primo, los otros amigos que uno no ve nunca pero que se acuerdan temprano.


Ya en la oficina, con la torta en la mano. La recepcionista me da un beso, me dice feliz cumpleaños y me tira la noticia: "Se murió la mamá de Lucha".

- Cuando? le pregunto.

- Hoy, a las 6 de la mañana.

Lucha Lucha Lucha. Es mi amiga. Además de mi compañera, es mi amiga. Yo ahí, con la torta en la mano para compartir con los de la oficina. Un escenario patético. "La vida sigue", me dice la recepcionista.

- Sigue? para donde?
Pienso en F. La muerte y F. Y ahora Lucha, llorando.

- Bueno, voy a cortar la torta, te bajo un pedazo después.

Llego a la cocina. Corto la torta. Le llevo un pedazo a las chicas de "Contratos". Lorena O. estaba atendiendo a un cliente. Le pregunta el apellido y el tipo le dice: "Caramuto". Yo largué la carcajada. Lorena se puso colorada.

-Caramuto? el de la casa de velorios? la cochería?

- Sí, el mismo.

- Matame - le dije.

Lorena O. se toca la teta izquierda y dice: "Es mucha casualidaaaaad".
Yo con el plato de torta me siento de nuevo una estúpida y ahora sí que no sé por qué.

Empuño el plato hacia Caramuto.

- Querés torta? Hoy es mi cumple.

Caramuto agarra el pedazo más grande y me sonríe. Y yo lo miro y le digo mentalmente "me sonreís porque sabés que me voy a morir".

Son las 10 de la mañana y siento que ya pasaron muchas cosas. Mis compañeros ya me hicieron el chiste de la vela. Entre todos me abrazaron y me decían: "Soplá ésta". "No, mejor ésta". Y a mi me da mucha risa el chiste, para qué les voy a mentir.
...

Lucha...

Supongo que ella es, de alguna manera, la parte de la historia que nadie cuenta en días como éste. Los cumpleaños también son así. El mundo funciona asi. Un bungee jumping de ánimos esquivando los autos. Un velorio. Un cumpleaños. Estudiantes de medicina disfrazados. Una mujer con vestido floreado. Una compañero que me dice "abuela qué dice? (ese chiste no me gusta, para qué les voy a mentir). Una amiga que me pone en el facebook que ojalá que se agote el helado de sambayón. Y mi cuñada que recuerda un texto mio que dice asi:

Y entonces supe que no quiero pasar esta vida sola. Que el tipo de soledad que poseo no es la que deseo.
Además de eso, también imaginé otra cosa; a Simón riéndose a carcajadas y yo preguntándole “¿De que te reís?” y él contestando: “No sé, me dieron ganas de reírme”.
Y yo comprendiendo eso y riéndome con él.
O algo parecido.

Y entonces ella pone abajo:

Tia: Ya nos estamos riendo. Sabelo.
FELIZ CUMPLE!!
TE QUEREMOS.
Simón

Lloré. LLoré como una hija de puta.
Qué bueno que Simón se ria.
Qué bueno.
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domingo, 8 de noviembre de 2009

Pero en serio lorena, para vos qué es el amor?

en 11:30 8 comentarios

Habíamos caminado media hora hacia una derrota segura. Mi amiga y yo teníamos que jugar un partido de voley contra un rival difícil. Nuestro equipo estaba penúltimo en la tabla. Hasta el momento, ganamos solamente 3 partidos de 30. En 25 de ellos la derrota había sido muy poco digna. En un set perdimos 25-5; y los 5 puntos que estaban en el tablero a nuestro favor habían sido 5 errores del equipo contrario. Creo que ese día fue la primera vez que nos miramos con desconfianza. Evaluamos seriamente si teníamos que seguir jugando. Una de las jugadoras decidió que seguiría por sus hijos, yo seguí para no engordar, mi amiga porque el grupo funciona muy bien en las prácticas, y así nos fuimos quedando.
Durante la media hora de la caminata mi amiga me contó sobre el tipo que conoció. Que besaba bien. Que le dijo que él tenía ganas de conocerla y tener algo “serio” si “pintaba”. Que no sabía qué ponerse para esa misma noche. Que no podía creer que las cosas estuvieran funcionando. Que “pará que me parece que tengo una piedrita en la zapatilla”. Que vos en qué andas, tan linda que sos.
Yo estaba escuchándola con el sol de las 3 de la tarde y me sentía feliz de hacerlo. Me gustaba el entusiasmo que le ponía a las cosas. La manera de inflarlas y que eso no sea un problema.
Le aconsejé seriamente que se ponga zapatos altos, que estilizan. También le di mi opinión de todo lo que me contó. Que la cosa se escuchaba muy bien. Que qué bueno que el tipo se quisiera poner las pilas. Y le dije esa frase que odio tanto, porque es una verdadera mierda, pero te sale, te sale porque vos sabés que es lo que en ese momento se quiere escuchar, porque uno de tanto correr también quiere detenerse y quedarse ahí, no importa cuánto; entonces le dije: “viste?, todo llega”. Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy me odié cuando terminé de decir eso. Pero ella sonrió. Me miró y sonrió.
Debatimos si había que hacer de todo la primera noche que te acostás. Si una se entrega a medias o no. Las dos hicimos un gesto como diciendo: este tema es una boludez. Y nos cagamos de risa.
Llegamos a la contienda deportiva. Otra vez perdimos. Pero habíamos batallado y eso hacía que nos sintiéramos muy bien. Algo así como un médico al que se le muere el paciente después de haber hecho todo lo que había que hacer.
Entonces las guerreras se retiraron del campo de batalla, saludando al rival y yéndose a bañar para la cita. Mi amiga estaba exultante. Y yo respiraba eso de ella.
Le deseé suerte mientras me compraba una bolsita de chipás para merendar. Nos despedimos con un beso y entonces me preparé un té en el cuarto piso.
Y pensé otra vez en el amor. En las veces que me enamoré. En lo precaria que soy en esas cuestiones. En lo que deseo. En cómo un hombre y una mujer pueden encontrarse.
Si me preguntaran a mí, si me pondrían encima un signo de interrogación sobre cómo dimensiono yo esas cosas, sobre qué pienso acerca de qué es el amor, tal vez ensayaría algunas afirmaciones, pero no hablaría de coincidir.
Mi amiga decía que él no es homofóbico y que eso le parecía bien, “que no discrimine es importante”.
También le gustó cuando la puso de espaldas contra la pared y le echó la cabeza hacia atrás arrancándole el pelo y mordiéndole el cuello.
Pienso en imágenes cuando hablo de amor. Eso de los cuerpos, encajando. Eso de moverse uno adentro del otro. De bailar con cierto ritmo. De decir cosas que no vas a cumplir. De pensar en verse de nuevo. De gritar en el orgasmo.
Dos personas desnudas en una cama, quedándose dormidos.
Y el domingo, poniéndose en la persiana. Y el diálogo de una película:

Él: es la parte mas feliz del día: cuando te llevo.

Ella: es la parte mas triste del día: cuando me llevas.
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domingo, 1 de noviembre de 2009

Un clavo saca otro clavo

en 14:46 7 comentarios
A través de Twitter llegué a un blog que terminó en mis marcadores del Mozilla. Mozilla debería poner FAVORITOS. Es muy acertado el término. Bueno... la cosa es que la autora habla de la estupidez de la frase "un clavo saca otro clavo".

PERO... ALGUIEN SE TOMÓ EL TRABAJO DE HABLAR DE HISTORIA Y EXPERIENCIAS. Y MIREN LO QUE DICE AL RESPECTO:


"Parece que ninguno de vosotros habéis clavado un clavo en la vida.
Yo si y confirmo lo cierto de la frase. Me explico.
Esta frase proviene de las prácticas de los antiguos artesanos ebanistas, ya en extinción, los que manipulaban maderas nobles y delicadas (como la del ébano, de ahí su nombre) construyendo joyas mobiliarias. Si alguna vez intentáis recuperar un viejo mueble o un tablón de madera noble… como puede ser la de un antiguo durmiente de vía férrea, en el proceso, a veces, aparecen viejos y oxidados clavos sin cabeza o puntas, que no pueden extraerse de otro modo, sin correr riesgo de deteriorar la superficie, más que continuar clavándolos hasta que atraviesan el tablón por el lado contrario. Después se tapa el agujero restante, con masilla de la misma madera y listo, como si nunca hubiera existido el férreo elemento. Este proceso generalmente se efectúa con otro clavo nuevo de similares características con el que se empuja al viejo clavo, sin dañar la madera. UN CLAVO SACA A OTRO CLAVO."



Y AGREGA...


"Con las desgracias que se clavan en nuestro tejido emotivo, también puede emplearse la misma técnica, aunque es más dificil encontrar elementos de presión con característas similares a las incrustadas que consigan efectuar la extracción limpiamente".



IMPECABLE...
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